15 sept 2011

Visita misionera


¡Tu rostro buscaré Señor, no me escondas tu rostro!  
Salmo 27

¿Cuál fue el deseo que impulsó y motivó esta experiencia misionera?
Desde que comenzamos la visita pastoral me acompañó el deseo de encontrarme con el rostro de Cristo en mis hermanos que viven en el Chaco, y creo que, en gran medida se cumplió este deseo; mediante la escucha de la Palabra de Dios, la escucha respetuosa de las personas y las situaciones; el descalzarme ante lo sagrado de cada uno, me permitió gozar y ser testigo de la obra de Dios en ellos, a pesar de… Sentí que la inculturación requiere: encarnación y humildad. Nuestro Dios siendo rico, se hizo pobre; mostrándose a nosotros con toda humildad y mansedumbre, se hizo accesible y cercano hasta el extremo, asumiendo totalmente nuestra condición humana, deseosa de salvación, de plenitud.
Puedo afirmar que,  en esta experiencia, lo central para mi fueron la vida de las personas y su quehacer cotidiano y una vez más constaté que todos somos Hijos de Dios, y por ello tenemos alas…Cada persona lleva en su corazón el deseo del Bien, el deseo de Dios, qué hermoso y maravilloso es esto. Lo noté en el encuentro con los niños, los jóvenes y los adultos. En cada lugar que llegamos nos esperaban miradas… de paz, de soledad, de búsqueda, de sufrimiento, de alegría, sacrificio, fidelidad, esperanza, en todas ellas germen de vida.
En todas partes percibí la necesidad del fortalecimiento de la comunión, para buscar juntos soluciones que redundan en beneficio de todos, por una mejor calidad de vida, digno de los hijos de Dios, mas allá de la precariedad de caminos, electricidad, agua, comunicación abrir caminos nuevos. Noté que la vida de comunión requiere cercanía entre las personas por medio del dialogo, del entendimiento, del perdón, del saber poner en comunión los bienes, los saberes, los talentos, cualidades; además del compromiso de las personas por los demás.
Me quedé admirada por el liderazgo que ejercen  las mujeres en casi todos estos lugares, ellas hacen el esfuerzo y el sacrificio de buscar el bien de todos, reúnen y convocan para transmitir y hacer crecer en la fe, no dejan apagar la luz, la mantiene firme. Hemos sentido la acogida y la sencillez de nuestra gente, nos esperaban; escuchaban con atención nuestras palabras. Fue muy bueno ver que luego de las celebraciones eucarísticas al final de la visita, se reunían para organizarse y buscar mejoras para su comunidad.
En varios momentos sentí la necesidad de pedir por el aumento de las vocaciones sacerdotales misioneras, viendo la situación concreta de cada comunidad que necesitan pastores que los apaciente. Me siento sumamente agradecida por esta experiencia misionera que me hizo ahondar el sentido de mi vocación religiosa: ser signo del amor de Dios en todas partes, llevando la Buena Noticia con esperanza y alegría. Mi agradecimiento sincero al Equipo misionero, conformado por el Monseñor, el Padre Lalo y Blandino, por lo que cada uno es y representa ante Dios nuestro Padre,  por entregar y regalar a la gente lo mejor que poseen: CRISTO.                                                                                                                         
Sor Idalina Mareco